Leyendas Mexicas

A medida que se lleva a cabo el futuro, la historia se oculta en el pasado. Observamos este pasado porque nuestros ancestros registraron los eventos de sus vidas escribiéndolos de una manera u otra, así sea con cincel o pluma. Leyendas mexicas que han quedado para la eternidad.

Lo que entendemos sobre la historia, o más bien lo que suponemos que entendemos, es dependiente de quién escribió esas historias y qué eligió integrar. Yendo más y más al pasado hay cada vez menos información, hasta llegar a un lapso de tiempo previo al artículo redactado, hace precisamente 5000 años.

¿Qué son las leyendas mexicas?

La historia redactada más vieja en el Nuevo Mundo está con apariencia de códices, registros pictográficos que los antiguos americanos usaban para registrar sus vidas. Un códice era una hoja increíblemente extendida de papel prensado a mano, doblada como un acordeón y encuadernada con una fina parte de madera.

Cuando se despliegan, las imágenes pintadas con colores brillantes de dioses y reyes guerreros hablan de eventos heroicos y de los antepasados extensos y explicados de la multitud.

Leyendas Mexicas

A su llegada al Nuevo Mundo en el siglo XVI, los primeros españoles destruyeron incontables contenidos escritos antiguos de los nativos. Pero con la llegada de los frailes franciscanos vino la intriga de los eruditos y, más que nada, el deseo de entender más sobre estos individuos que iban a ser cristianizados.

En un intento por recobrar el saber perdido, un hombre en especial, el fraile franciscano Bernardino de Sahagún reunió a oradores y redactes y se dispuso a volver a registrar el pasado obsoleto de México. Parte importante de nuestro conocimiento de hoy de los antiguos mexicanos procede de sus esfuerzos.

Antes de la historia redactada estaba la tradición oral: leyendas y cantos que se esforzaban por sostener el pasado en el presente. Gracias a que hubo bastante gente que escribieron o contaron estas leyendas, no es extraño que varias ediciones describan el mismo acontecimiento.

Los códices son historia redactada, pero su contenido se apoya en la leyenda, el relato y el canto. En la historia del México obsoleto, la leyenda y la verdad se han entrelazado mientras figuras históricas convertidas en ídolos legendarios pelean contra los dioses todopoderosos.

La creación del universo

En el inicio no había nada; nada en absoluto. Sin luz, sin vida, sin conciencia, sin movimiento, sin respiración. En el inicio de los tiempos y en el Vacío, se configuró el más viejo de los dioses antiguos, Ometeotl.

Es la naturaleza de las cosas que Ometeotl, Constructor del Universo, fuera a la vez masculino y femenino. Es por ello que el Supremo Primer Dios ha podido construirse a sí mismo, porque él-ella podía aguantar la vida por sí solo. Y de esta forma fue como el Más Obsoleto de los Dioses Antiguos empezó la Creación en el oscuro vacío que era nada.

Ometeotl fue la primera vida en ser. Este Más Obsoleto de los Dioses Antiguos era, entonces, todo lo que era. Cuando todo existe en un solo ser, todos los opuestos se unen.

El Constructor es a la vez generador de caos y dador de armonía y orden. Ometeotl es a la vez espíritu y materia, fuego y agua, blanco y negro, quietud y movimiento, vida y muerte, constructor y destructor, y la encarnación del bien y el mal. Por ello, el Más Obsoleto de los Dioses Antiguos es llamado el Dios de la Dualidad, y es la divinidad donde los opuestos convergen en una manifestación suprema del Todo.

En la nada del Vacío, Ometeotl, El Primer Dios, se desarrolló a sí mismo, se pensó a sí mismo, se creó a sí mismo, para comenzar El Inicio, y de esta forma crear todo lo que existiría luego. Dador de la vida y quien la quita, el Dios Más grande crea y elimina para crear Ollin, el movimiento sagrado en continuo, que otorga impulso a nuestro mundo.

El desarrollo del Dios Supremo

Una vez desarrollado, el Dios Supremo Ometeotl, siendo tanto masculino como femenino, engendró 4 hijos que se convirtieron en los ministros del Génesis y la construcción de nuestro mundo aparente, palpable, físico y dinámico.

Estos jóvenes están separados, pero son iguales, y por este motivo se los conoce como las 4 manifestaciones de un dios, Tezcatlipoca, Dios del Espejo Humeante.

Los 4 Tezcatlipocas hicieron nuestro mundo. Después hicieron los dioses premeditados a la preservación de este planeta, el sostenimiento de todos los fenómenos naturales y el desencadenamiento de las maneras de vida.

Estos 4 dioses, hijos de Ometeotl, han servido desde ese momento como guardianes de los humanos, como los que gestionan premios y castigos, y como nuestros guías.

Los 4 Tezcatlipocas

dibujo mexica llorando

Nuestros ancestros nos cuentan que cuando nacieron, los 4 Tezcatlipocas aparecieron a lo largo de seiscientos años. Fue solo luego de este lapso que han comenzado su labor de La Creación: hicieron el agua, el dios Tlaloc y su diosa, quienes juntos encarnaron la esencia del agua. Después los Tezcatlipocas hicieron Cipactli.

Cipactli es un dragón-serpiente que flota en el vacío de la nada. Más allá del cuerpo monstruoso de Cipactli no existe nada. Nuestro universo grande y en recurrente propagación y todos los otros mundos más allá están contenidos dentro de Cipactli.

En el enorme cuerpo de Cipactli los dioses formaron a nuestro mundo. Trece cielos hay en la cabeza de Cipactli, la tierra está en el medio y nueve inframundos bajan durante la cola de Cipactli. Cipactli es tan colosal que es irrealizable de imaginar.

Toda nuestra vida cabe dentro. La tierra es un enorme disco chato situado en medio del cuerpo de Cipactli y está cercada por las Aguas Celestiales, realizando nuestro mundo Cem-á-nahuac: el que está cubierto de agua.

Es comprensible que la cabeza vieja razonó así; si uno se regresa hacia el este desde el corazón de estas tierras, hacia el sol naciente, y camina y camina hasta los confines de la tierra, uno llega al agua. Y si uno se regresa hacia el sur, más allá del sendero del sol, y camina y camina hasta los confines de la tierra, su viaje acaba en el agua.

En la vivienda del sol poniente, en el oeste, además hay agua. Inclusive en las zonas más lejanas del norte se va a llegar ocasionalmente a una enorme masa de hielo. Pero el sol pelea con el hielo, convirtiéndolo en agua.

Entonces, la cabeza vieja conocía nuestro mundo como un disco chato y redondo cubierto de agua porque sus antepasados caminaron por todos los lugares y de esta forma lo hallaron. Esto es lo que nos comenta la leyenda. Esta es su verdad.

La división del planeta

El planeta está dividido en 4 enormes cuadrantes. En el mismo centro está el ombligo. Cosas mágicas suceden en el ombligo de la tierra. Desde este centro, Ometeotl envía su vigorosa energía y controla el cosmos y las cosas por venir.

Y desde este ombligo se alargan los 4 cuadrantes de la tierra hasta los horizontes, los cielos y el mar celestial circundante. Todas las 4 zonas tiene propiedades diferentes, debido a que cada una es diferente en su relación con el paso del sol.

En el radical de la tierra donde se pone el sol, el Oeste, es el lugar de vida del sol. Esta es la zona del Tezcatlipoca Blanco, además popular como Quetzalcóatl, guardián de la inteligencia y cosas similares con el maíz.

Es la tierra de la vivencia, la inteligencia, la vejez, la luz, la fertilidad y la vida. Quetzalcóatl gobierna esta tierra y se destaca por estas características. Frente a la zona del sol poniente está el Oriente, la tierra del Tezcatlipoca Rojo, además popular como Xipe-Totec.

Si uno en algún momento va a llegar ahí, y es incierto porque yacía en los confines de la tierra más allá de varios peligros, uno encontraría la zona dominada por la primavera y el renacimiento. En Oriente, las estaciones cambian para toda la vida, las hojas de los árboles caen todo el tiempo y los capullos brotan siempre con novedosa vida.

El sector a la izquierda del sol poniente es la tierra del Tezcatlipoca Azul, el Dios que se Devora, popular como Tonatiuh, el Sol. Este dios es el Dios Que se Devora porque día tras día el Sol desciende al Inframundo y cae en las sombras de las tinieblas, mientras la luna y las estrellas reinan.

Peleando contra la Noche, Tonatiuh se debilita y pierde energía. Pero los nutrientes de la sangre de vida derramada en la penitencia asisten a hacer mas fuerte al Sol para vencer la guerra contra la Noche.

El amanecer mexica

Cada amanecer emerge del Inframundo y en ese instante se transforma en el Águila de los Rayos de Fuego, símbolo de la victoria contra la Noche traicionera. La tierra en el final de la tierra a la izquierda del sol poniente está relacionada con el color azul porque la trayectoria de Tonatiuh es un enorme sendero circular durante la enorme cúpula celeste.

La zona a la derecha del sol poniente, el Norte, es el sitio sagrado del Tezcatlipoca Negro, el Señor del Cielo Nocturno. Ahí reina el dios Mictlantecuhtli. Esta es la Tierra de los Muertos, amargamente fría y descarnada. Dicen que cuando uno muere, va para allá; uno va de manera directa ahí, y de esa tierra parten los muertos.

Y de esta forma, los 4 Tezcatlipocas, hijos de Ometeotl, hicieron las 4 zonas de todo el mundo en medio del enorme cuerpo monstruoso de Cipactli. Sobre nuestro mundo, Cem-á-nahuac, hicieron entonces los cielos que cubren nuestro mundo.

Estos cielos son como una enorme cúpula azul de diferentes escenarios donde se mueven los cuerpos celestes. En los cinco cielos más bajos están los caminos de la luna, las estrellas, el sol, Venus y los cometas.

Los cubre el cielo en el que se prolonga la Noche, después el cielo de azul. Más allá está el cielo donde Tlaloc domina la Lluvia y el estruendo de las Espadas de Obsidiana. Justo debajo del cielo más prominente está la zona más divina de todos los dioses.

Pero por arriba de todos los otros cielos, está Omeyocán, el sitio de la dualidad y morada de la deidad suprema, generadora y creadora del universo, Ometeotl.

El inframundo mexica

Luego de que los 4 Tezcatlipocas hicieron la tierra y los cielos, formaron los nueve estratos del Inframundo, populares como Mictlán. Estos nueve infiernos están localizados en la cola de Cipactli; el dragón-serpiente que compone nuestro universo en el Vacío.

En el Inframundo, los muertos viajan a lo largo de 4 años por medio de los nueve escenarios, tiempo a lo largo de el cual combaten peligrosas pruebas y peligros. Si sobrepasan estos retos, solo entonces sus almas encuentran descanso.

Al fallecer, los humanos viajan a la Zona de los Muertos donde el Tezcatlipoca Negro los libera para su viaje por el Inframundo. En el primer nivel están con un espacio debajo de la tierra donde están al límite de un río traicionero.

Para atravesar el río requieren la asistencia de un perro, que se dedica exactamente a eso. Si pasan el río, descienden al próximo escenario, al lugar donde se estrellan las montañas. Los muertos tienen que atravesar de manera rápida las montañas que se mueven y tiemblan para no quedar atrapados como prisioneros eternamente.

De esta forma los muertos pasan por las pruebas del Mictlán hasta llegar al nivel más reducido y combatir el último obstáculo, la extensión de las Nueve Aguas. Si son vencidos, llegan a la zona del reposo, y su alma se libera del padecimiento corporal.

Así los 4 Tezcatilpocas hicieron las 4 zonas de la tierra, las aguas celestiales, el cielo y el infierno. La construcción del universo cambia con el tiempo y la civilización.

Este fue el saber de nuestros ancestros, un lienzo colorido que pinta la crónica de nuestro mundo, traído hasta nosotros por medio de la poesía, la leyenda y el canto. Esta es nuestra herencia, las verdades de nuestros ancestros y, hasta cierto punto, lo que nos convirtió en lo que somos hoy.

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