Tláloc

Tláloc es un antiguo dios azteca, miembro del panteón de los dioses. Dentro de la religión azteca, este poderoso Dios representa la lluvia, lo cual también lo vincula a la fertilidad de la tierra  y al agua. Durante los años de la civilización azteca era uno de los dioses más adorados, por su carácter benéfico y dador de vida.

Pero también, al ser el dios supremo de la lluvia era temido por su habilidad de enviar granizo, relámpagos y demás fenómenos relacionados a la lluvia. Tlaloc también era asociado con la tierra, y se cree que esta  era una de las razones por la cual se le pueden haber  realizado sacrificios. Si tienes dudas sobre Tlaloc su culto y su historia aquí te lo explicamos.

¿Quién es Tlaloc, el dios de la lluvia?

Tláloc es una de las figuras divinas más emblemáticas y antiguas dentro de la cosmogonía azteca, desempeñando un papel vital como deidad del agua, lluvia y la fertilidad. Su culto y veneración trascendieron generaciones y su influencia permeó tanto en la vida cotidiana como en las grandes celebraciones de los Mexicas.

Las tierras del Valle de México, donde prosperó la civilización azteca, dependían en gran medida de los ciclos de lluvia para la agricultura. Por lo tanto, no es sorprendente que un dios relacionado con la lluvia y el agua fuera de suma importancia para la supervivencia y prosperidad de la sociedad.

Su figura es central en la mitología azteca, no sólo por su asociación directa con la lluvia y el sustento, sino también por su papel en la regulación del equilibrio entre la vida y la muerte. Las lluvias benéficas propiciadas por Tláloc podían ser la diferencia entre una cosecha abundante y una hambruna devastadora.

La representación clásica de Tláloc lo muestra con características faciales distintivas, como ojos prominentes y dientes circulares, que remiten a los relámpagos y truenos que acompañan las tormentas.

Estos elementos no solo simbolizan su poder sobre las tempestades, sino que también reflejan la dualidad de su naturaleza: al igual que una tormenta, Tláloc podía ser tanto benevolente como destructivo.

Junto a Tláloc, se creía en la existencia de los Tlaloques, divinidades menores que asistían al dios principal en la dispersión de lluvias desde las montañas y cerros, lugares sagrados donde se pensaba que residían.

Estas deidades menores tenían un papel especial en la distribución de diferentes tipos de lluvia, desde los chubascos nutricios hasta las tormentas destructivas.

La relación entre los Mexicas y Tláloc no era meramente pasiva. A través de elaborados rituales y ceremonias, buscaban ganarse su favor y aplacar su ira. Durante ciertas épocas del año, se realizaban peregrinaciones a sitios sagrados, como el Monte Tláloc, para ofrecer tributos y realizar rituales propiciatorios.

La complejidad y la importancia de estos rituales reflejan la profunda interdependencia entre los Mexicas y las fuerzas naturales que Tláloc representaba.

Representación y simbolismo de Tláloc

La figura de Tláloc es fácilmente reconocible dentro del arte prehispánico gracias a sus características únicas. Sus ojos circulares y dientes serpentinos son elementos que lo distinguen y que simbolizan los relámpagos y truenos. A menudo, se le representa con jarras de agua o con herramientas asociadas a la lluvia, destacando su dominio sobre este elemento vital. Además, los colores azules y verdes solían adornar su imagen, colores que evocan al agua y la vegetación que esta nutre.

En la cultura azteca, los símbolos no eran meros adornos, sino que llevaban consigo significados profundos y enseñanzas sobre el mundo. Así, cada detalle en la representación de Tláloc no era arbitrario, sino que tenía como propósito transmitir su poder y su naturaleza dual. Era común verlo rodeado de otros elementos naturales, como nubes, montañas o animales asociados con el agua, como ranas y caracoles.

El simbolismo detrás de Tláloc no se limitaba a la iconografía, sino que también se manifestaba en la arquitectura y en la disposición de los espacios sagrados. Templos dedicados a esta deidad a menudo se ubicaban cerca de fuentes de agua o en lugares elevados, reafirmando su conexión con la lluvia y las montañas desde donde se pensaba que provenía.

Rituales y ceremonias en honor a Tláloc

Los Mexicas mantenían una relación de respeto y temor hacia Tláloc, lo que se reflejaba en las ceremonias y rituales dedicados a él. Estos actos religiosos tenían como finalidad atraer las lluvias benéficas y evitar las tormentas destructivas. Durante ciertas épocas del año, se llevaban a cabo sacrificios y ofrendas, donde elementos como el maíz, las semillas y a veces, incluso sacrificios humanos, se ofrecían en honor al dios de la lluvia.

Las festividades en honor a Tláloc eran de gran importancia para la comunidad. En ellas, danzas, cantos y rituales específicos eran ejecutados por sacerdotes y devotos, que se vestían con atuendos especiales que evocaban la figura y poder del dios. Los sonidos de caracoles y tambores resonaban, imitando el trueno y los relámpagos, buscando la conexión con la deidad.

La montaña, como símbolo de elevación y proximidad al cielo, tenía un papel fundamental en estos rituales. El Monte Tláloc, por ejemplo, era un destino de peregrinación donde los Mexicas acudían para realizar ceremonias especiales, especialmente durante las épocas de siembra y cosecha, buscando asegurar el favor de Tláloc y la llegada de lluvias propicias.

Tláloc en el contexto Mesoamericano

Aunque Tláloc es principalmente asociado con los aztecas, su figura y culto tienen raíces más antiguas, que se remontan a otras culturas mesoamericanas. Civilizaciones como los Teotihuacanos y los Toltecas ya veneraban a deidades relacionadas con el agua y la lluvia, que comparten características con Tláloc.

Los paralelismos entre las representaciones de dioses de la lluvia en diferentes culturas indican la universalidad de ciertas preocupaciones y veneraciones en Mesoamérica. El agua, como elemento vital, tenía un lugar central en las religiones prehispánicas, y su control y favor eran constantemente buscados a través de la adoración a deidades como Tláloc.

Además, se pueden encontrar similitudes en los rituales y festividades asociadas a estas deidades en las distintas culturas. Aunque cada civilización tenía sus propias particularidades y formas de expresión religiosa, el deseo de atraer lluvias benéficas y evitar desastres naturales era un sentimiento compartido.

Es esencial considerar a Tláloc dentro de este contexto más amplio, entendiendo que, aunque su culto alcanzó un grado de sofisticación y centralidad particular con los Mexicas, sus raíces y su significado se extienden a lo largo y ancho de la tradición mesoamericana.

¿Por qué llueve según Tláloc?

Hay varias mitos e historias de cómo Tláloc hace llover, se dice que podía hacer caer distintos tipos de lluvia dependiendo de los distintos tipos de Tlaloque, los Tealoques eran duendecitos que ayudaban al Dios Tláloc con el riego de las siembras, según la página 28 del Códice Borgia, se presentan a los Cinco Tlaloque regando los campos de maíz.

Cada Tealoque riega el maíz con diferentes tipos de lluvia, de las cuales solo una era beneficiosa. Las otras formas de lluvia fueron descritas como destructoras de cultivos, «lluvia ardiente, lluvia de hongos, lluvia de viento y lluvia de hojas de pedernal». Los nahuas pensaban que para poder tener una buena cosecha, el sumo sacerdote debía estar a cargo del  santuario de Tlaloc («Quetzalcóatl Tlaloc Tlamacazqui»).  

Para que el dios de la lluvia y la fertilidad agrícola estuviera contento se le guardaba un cuenco en el que se colocaban corazones de sacrificio. En determinadas ocasiones, como ofrendas a los dioses de la lluvia. Pero aunque el santuario tuviera su lugar de adoración al dios de la lluvia, es sitio más importante era en la cima del monte Tlaloc, una montaña de 4100 metros, donde se le realizaban ceremonias anualmente.

¿Qué edad tiene Tláloc?

Según la evidencia arqueológica, se dice que Tláloc, fue adorado mucho antes de que los aztecas se establecieran en Mesoamérica en el siglo XIII d.C. Fue un Dios muy prominente en Teotihuacan al menos 800 años antes que llegaran los aztecas.

Tláloc

Esto género que todos los dioses de la lluvia mesoamericanos de ojos saltones se les denominaran como «Tlaloc” aunque en muchos casos se desconoce cómo se les denominaban a esas esculturas, en otros casos a estas deidades acuáticas se les conocía por otro nombre, ejemplo, versión maya conocida como Chaac.

Tlaloc había sido una de las principales deidades de las tribus agrícolas del centro de México durante muchos siglos, hasta que las belicosas tribus del norte invadieron esa parte del país, trayendo consigo los cultos astrales del sol. El sincretismo azteca colocó tanto a Huitzilipochtli como a Tlaloc a la cabeza del panteón.

El Teocalli (Templo Mayor) de Tenochtitlán, la capital azteca, sostenía sobre su elevada pirámide dos santuarios de igual tamaño: uno, dedicado a Huitzilopochtli que estaba pintado de blanco y rojo, y el otro, dedicado a Tlaloc, estaba pintado de blanco,rojo y  azul. Cabe destacar los sumos sacerdote de ambas deidades, (la del sol) y la del Dios de la lluvia, eran igual de poderoso e importantes.

¿Qué favores le pedían a Tláloc?

Eran muy común que se realizaran ceremonias para pedirles favores al Dios Tláloc, la mayoría de estos favores estaban relacionados a pedir un buen clima para las cosechas o para evitar su furia y salvarse de catástrofes como inundaciones.

Se le eran dedicados Cinco meses del año a un ritual de 18 meses, estos rituales eran dedicados a Tlaloc y a sus hijos, compañeros, deidades los Tlaloques, que se creía que habitaban en la cima del monte Tlaloc. En la cosmografía mítica azteca, Tlaloc gobernaba la cuarta capa del mundo superior, es decir cielos, que se llama Tlalocan («lugar de Tlaloc»).

En la cima del monte Tlaloc (lo más cerca del cielo posible) el sumo sacerdote Se sacrificaban niños a Tlaloc en el primer mes, Atlcaualo en el segundo, en el tercero a Tozoztontli y Durante el sexto mes Etzalqualiztli los sacerdotes de la lluvia se bañaban ceremonialmente en el lago e imitaban los gritos de las aves acuáticas también usaban mágicos “cascabeles de niebla” (ayauhchicauaztli) para hacer llover.

El mes 13, Tepeilhuitl, estaba dedicado a la montaña. Tlaloc no solo era muy venerado, sino también muy temido. Ya que gracias a su poder podía enviar la lluvia o provocar sequía y hambruna. Lanzar  relámpagos sobre la tierra y desatar  devastadores huracanes. Se decía que ciertas enfermedades, como la hidropesía, la lepra y el reumatismo, eran causadas por Tlaloc y sus compañeros deidades.

Es por ello que muchos de estos sacrificios y rituales, no solo se hacían para obtener una buena cosecha, sino también para evitar la devastadora furia de este poderoso Dios.

Los nahuas creían que Huitzilopochtli podía proporcionarles un buen clima para sus cultivos y colocaron una imagen de Tlaloc, el dios de la lluvia, cerca de él para que, de ser sumamente necesario, el dios de la guerra pudiera obligar al hacedor de lluvia a ejercer sus poderes.

¿Cómo se representa Tláloc?

La palabra en náhuatl para representar a este Dios (Tláloc) significa “El que hace brotar las cosas” Este era representado con una máscara peculiar, grandes ojos redondos y largos colmillos.

Tláloc dios de la lluvia

Muchos de sus rasgos característicos eran sorprendentemente similares a los del dios maya de la lluvia “Chac”, cuando nos referimos a representaciones visuales o en artesanías, nos encontramos que se le asocia con rayos, maíz y agua.

También Se sabía que las ofrendas dedicadas a Tlaloc en Tenochtitlan incluían varios cráneos de jaguar e incluso un esqueleto de jaguar completo. Esto era porque se consideraba a los jaguares un animal de gran valor para sacrificios.

Al momento de representarlo en ceremonias los imitadores de Tlaloc a menudo usaban la máscara distintiva y el tocado de plumas de garza, esto generalmente portando un tallo de maíz o una varita simbólica de rayo, otro símbolo muy representativo del Dios era la jarra con agua, que era utilizada para rituales. 

Junto con todo esto, esos rituales eran llevados a cabo en la cima del monte Tlaloc. Donde se cantaba y alababa. Estos cantos eran realizados para su invocación. Tlaloc se invocaba para agradecerle su intervención y que hiciera brotar las cosechas, más concretamente en tiempos de sequia.

Estas ceremonias muchas veces representadas como sacrificios a Tlaloc no eran únicamente un fenómeno maya, y se sabe que los aztecas también hacían sacrificios a Tlaloc.

Así como los mayas también habían adorado su propia versión de Tlaloc, este fenómeno se repite con los mixtecos de Oaxaca, quienes eran conocidos por adorar a un dios de la lluvia que es demasiado similar a otras manifestaciones de Tlaloc.

Los puntos en común entre las diferentes culturas mesoamericanas y sus diferentes interpretaciones de Tlaloc desmienten el origen común de Tlaloc como único dios de la lluvia de Teotihuacán. Si no que más bien, son diferentes versiones de un mismo Dios. Que poco a poco se dividirían en otros dioses con poderes de lluvia, como los Tlaloques o la hermana de Tlaloc Chalchiuhtlicue.

Deja un comentario